José era un joven con muchos deseos de superación y con muchas probabilidades de alcanzar el éxito. Provenía de una familia muy pobre, así que su mayor anhelo era poder superarse y así ayudar a su amada familia. De esta manera, y teniendo el viento a su favor, comenzó su carrera universitaria.
Siendo destacado estudiante, José se ganó fácilmente el aprecio de sus compañeros y profesores, quienes lo tenían en alta estima. Sin embargo, un día se cruzó en su camino una mujer hermosa físicamente, que con sus insinuaciones indecorosas, logró que José terminara en un cuarto de hotel. Al amanecer, ya la mujer no estaba. Solo José.
Desconcertado y confundido se dispuso a salir de aquel lugar, pero mientras lo hacía, se encontró de frente con una escritura en la puerta de la habitación hecha con lápiz labial que decía: “gracias por compartir conmigo el Sida”.
Si mi querido joven, aunque José finalmente murió, su experiencia está viva.
Naturaleza de las Tentaciones
1 Santiago 1:13-15 nos lo revela: ¿De dónde proceden las tentaciones?
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Santiago 1:13-15 (RVR1960)